DUELO TESTOSTERÓNICO 3: ¡Te reviento la cabeza!

Bueno, pues aqui estamos de nuevo con esta tercera entrega del duelo testosterónico que nos ocupa. 

Hoy toca proceder al destripe de la penúltima película del bueno de Sylvester Stallone (penúltima en filmarse, ya que por retrasar su estreno llegó antes a nuestras pantallas Los Mercenarios 2).

Bienvenidos pues a la crítica de...



Como quien no quiere la cosa, este 2013 nos está brindando la oportunidad (a nostálgicos y cuarentones varios) de reencontrarnos con esos héroes de acción con los que tanto disfrutamos en los años 80. No me interpreteis mal, creo que un porcentaje muy alto de lo que se filma ahora es una mierda, aunque hay un factor muy grande de gusto personal en lo que digo.

Me explico...

Bien es cierto que, desde que el cine superheroico se ha hecho con la mayor parte del pastel presupuestario (me refiero a cantidades ingentes de la verde moneda), hemos disfrutado de todo lo que sólo podíamos soñar los lectores de comics en imagen real... Pero también es cierto que aunque de héroes hablemos, cada uno tiene sus reglas y sus defectos:

1- Spiderman nunca se cargará a un "maloso2 a no ser que sea por accidente y mucho menos le oiremos decir cosas al estilo de: Masca telaraña hijo de puta.

2- Thor nunca hará uso de todo su poder “pa” arrancarle la cabeza, de una sagrada hostia de dios nórdico, al villano de turno.

¿Veis por donde voy?

Pues sí, chavalotes. Me refiero sencilla y llanamente a la violencia.


El cine de la añorada década (con la que sé de sobra que soy “pesao”) de los 80 destilaba, a parte de la testosterona que da título a estos posts, violencia por los cuatro “costaos”.

Y no voy a meterme en que si la violencia es buena en el cine o no. Baste deciros que, de la cuadrilla de amigos de mi quinta (los cuales al igual que yo, crecieron viendo como Rambo daba estopa a tutiplén), han salido desde licenciados a maestros industriales... Pero psicópatas, aún no.

Pues bien, toda esta verborrea viene al hilo de que mi intención no es magnificar un tipo de cine para defenestrar al otro (todo en su justa medida es agradable). Pero lo que los "carrocillas" echabamos de menos era este tipo de cine, donde se suponia que el héroe en cuestión ni tenía superpoderes, ni puta falta que le hacía.

Bien es cierto que los productores hollywoodienses han intentado dar el relevo generacional a Stallone, Willis y Schwarzenegger, de todas las formas posibles, sustituyéndolos por otros héroes que sólo contaban con unas pelotas mas gordas que el caballo de Espartero y fusiles automáticos de lo mas chulos (Diesel, Statham, Dwayne Johnson, etc... ). Pero estos tipos, por la razón que sea, no han logrado conectar con el gusto de los que fuimos a EGB y sus aventuras en coches “tuneaos” nos pillan ya un poco viejunos.

El caso es que este tipo de films que nos tragabamos en los 80 no eran obras de arte, pero era cojonudo coger con unos colegas y alrededor de una pizza familiar y unos refrescos de cola, flipar con las andanzas de este tipo de machotes.

En fin... Todo esto viene porque el sábado me quedé en casa de "Rodríguez" y aproveché para ver Una bala en la cabeza, con el fin de dar cúmplida critica de ella y de paso tragarme una "peli" de estas con tiros y hostias, con el volumen de la televisión a tope y sin miedo de rrecibir una hostia (esta de verdad) por parte de la parienta (que si que es un verdadero héroe testosterónico) por despertar a nuestra hija.

Bueno, os resumo la filmación en un pispás.

Tras su último trabajo, Jimmy Bobo (Sylvester Stallone), un implacable asesino a sueldo de Nueva Orleans, sufre un ataque inesperado por parte de Keegan (Jason Momoa), una imparable máquina de matar que ejecuta sin contemplaciones a su compañero (Jon Seda).

Dispuesto a vengarse, Jimmy se ve obligado a colaborar con Taylor Kwon (Sung Kan), un detective de la policía poco partidario de los métodos expeditivos. Sin embargo, pronto descubrirá que Jimmy es el arma más eficaz para acabar con una peligrosa organización que ha corrompido a la policía y a las altas esferas de una ciudad devastada por el huracán Katrina.

Y esto es lo que hay... ¡Y esto es lo que queremos de Stallone! (para ver una interpretación del método nos vamos al teatro y nos vemos Cinco horas con Mario)

Ya os he dicho que no es magnificar un género (estas películas de originalidad iban justitas en los 80 y ahora también), pero a diferencia de La jungla Un buen dia para morir, Una bala en la cabeza nos da lo que promete, ni más ni menos.

Es honesta.

¿A qué me refiero con lo de la honestidad?

Pues muy sencillo, Stallone y el director (Walter Hill) nos dan lo que prometen: Tipos duros, violencia, chistes malos, frases lapidarias y lo más importante, entretenimiento.

Vale que las interpretaciones no son de Oscar (casi todas estas películas exceptuando las tres primeras del agente McLane carecían de ellas... Vale que tiene lagunas argumentales (un poli y un asesino a sueldo forman equipo de la forma más simple)... Vale que el villano no tiene carisma (recordaréis que en el post anterior dijimos que Willis y Rickman tuvieron que tirar de ese carisma ante la falta de presencia física... Cosa que Stallone Jason Momoa, sí que tienen).



En fin, no hay mucho más que decir de Una bala en la cabeza, acctioner de la vieja escuela que da lo que promete.

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