El 20 de agosto fallecía, a los 78 años de edad, Lina Morgan, una mujer que según mi parecer, ha sido la mejor cómica que ha dado este país.
Recuerdo con mucho cariño cuando era pequeño y la veía en la vieja televisión de tubo del salón de la casa de mis padres, con toda la familia reunida alrededor, riéndonos al unísono con las tonterías que veíamos en la pantalla.
Posiblemente por ello me ha dolido saber de la muerte de esta gran actriz madrileña: porque con ella se ha muerto también un poco de esa infancia que tenía almacenada en algún recóndito lugar de mi corazón.
Lina Morgan llenaba los teatros allí donde actuaba (Vaya par de gemelas, es una obra buenísima), las películas en las que aparecía hacían pasar momentos muy divertidos a todos aquellos que las veían (Las que tienen que servir y La tonta del bote se encuentran entre mis favoritas) y sus series de televisión subían las audiencias de las cadenas de televisión (mi mujer y yo nos seguimos acordando de Hostal Royal Manzanares).
Recibió multitud de premios por su carrera artística, aunque creo que el mejor premio de todos es que hizo felices a varias generaciones de españoles con su humor y con ese cruce imposible de piernas, ridículo que pasará a la eternidad.
Descansa en paz y un millón de gracias por los buenos momentos que me hiciste pasar junto a mi familia.
Recuerdo con mucho cariño cuando era pequeño y la veía en la vieja televisión de tubo del salón de la casa de mis padres, con toda la familia reunida alrededor, riéndonos al unísono con las tonterías que veíamos en la pantalla.
Posiblemente por ello me ha dolido saber de la muerte de esta gran actriz madrileña: porque con ella se ha muerto también un poco de esa infancia que tenía almacenada en algún recóndito lugar de mi corazón.
Lina Morgan llenaba los teatros allí donde actuaba (Vaya par de gemelas, es una obra buenísima), las películas en las que aparecía hacían pasar momentos muy divertidos a todos aquellos que las veían (Las que tienen que servir y La tonta del bote se encuentran entre mis favoritas) y sus series de televisión subían las audiencias de las cadenas de televisión (mi mujer y yo nos seguimos acordando de Hostal Royal Manzanares).
Recibió multitud de premios por su carrera artística, aunque creo que el mejor premio de todos es que hizo felices a varias generaciones de españoles con su humor y con ese cruce imposible de piernas, ridículo que pasará a la eternidad.
Descansa en paz y un millón de gracias por los buenos momentos que me hiciste pasar junto a mi familia.