GODZILLA: El insatisfactorio nuevo remake del 2014

Estoy triste tras ver el último film dirigido por el inglés Gareth Edwards, quien ya nos sorprendió con Monsters (otra película de criaturas enormes), pero que aquí se tambalea entre el género dramático y el del "cachondeo" del kaiju japonés.

Y esta mezcla no termina de funcionar bien.


Y no es que el director lo haga mal (los primeros veinte minutos del film son geniales), pero es que resulta muy difícil pasarlo bien en el cine y echarse unas risas con una serie de monstruos radioactivos que vuelan, echan fuego por la boca y se pelean, si cada poco tiempo te recuerdan la muerte, el caos y la cantidad de bajas humanas que generan esos bichos a su paso.

Personalmente me revolví inquieto varias veces en la butaca de la sala de proyección sin entender muy bien lo que se me quería contar: Una película dramática e íntima o un blockbuster taquillero.

Al final, lo único que quería es que llegara el momento en que los monstruos de rigor se dieran de hostias, reventando la ciudad y recordar aquellos tiempos mozos en los que disfrutaba como un enano (nunca mejor dicho) de los VHS que ponía en el salón de la casa de mis padres, viendo a Godzilla, Mothra, Rodan, Anguirus y hasta a MechaGodzilla.

Porque hasta la llegada del final, el mérito del director es planificar las peleas de los monstruos y dejarnos con ganas de más (antes sólo vemos escasos segundos de combates que avisan que lo vendrá al finalizar el metraje).

Y en eso mismo es donde falla el resto de la película, con unas escenas supuestamente dramáticas o íntimas que frenan el ritmo del film que hacen que, al final, solo quieras ver tortas por parte de unos monstruos muy bien diseñados y de un Godzilla que nos recuerda muchísimo a ese bicho gordinflón de los años 50, aunque muy mejorado y lleno de detalles gracias a las nuevas tecnologías de efectos digitales.

Y mira que estaba muy ilusionado cuando supe que Bryan Cranston, en el papel de un hombre que pierde a su mujer por culpa del ataque de un kaiju, formaba parte del reparto... Pero cuando al poco reducen su importancia en la historia, todo pierde su encanto ya que este actor se presentaba (al menos para mi) como lo mejor del film.

Así que nos tenemos que conformar con Aaron Taylor-Johnson, interpretando el papel del hijo de Cranston, incapaz de sujetar con su presencia el film... O con Ken Watanabe, en el papel de científico, que reduce su actuación a poner siempre la misma cara.

Por suerte, la banda sonora compuesta por el genial francés Alexandre Desplat nos deleita con unos momentos musicales maravillosos. Estos consiguen transmitir la majestuosidad y monstruosidad de las criaturas y de las situaciones, del mismo modo que logra meternos y emocionarnos con la historia dentro de lo razonable.

En fin, no me quiero enrollar demasiado para no desvelaros nada de la trama del film.

Me reitero: He salido triste pues la película no me ha dado ni drama, ni acción memorable. Sólo la pelea final me ha llenado lo suficiente (y eso que resultaba demasiado oscura, quizá para ocultar fallos) como para hacerme recordar mis tiempos mozos en los que me divertía mucho viendo a una especie de dinosario gigante y gordinflón pegarse con otros monstruos igualmente ridículos.



¡Y mira que los trailers del film prometían un evento memorable!!!...



Hasta otra.

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