INJUSTICE: El Elseworld de DC que te dejará sin aliento

Resulta que he decidido darme una vuelta por el blog, leyendo las entradas que habían escrito ese par de ineptos merluzos, amantes de Marvel... Y como siempre, se echa en falta mucha crítica de material de DC. En un esfuerzo titánico, estuve tragándome los posts de estos mamelucos, por eso de ponerme al día y ver de qué podía hablar yo y...

¡Milagro!!!... Me he topado con una entrada interesante.

Bueno... Interesante es mucho decir, pues me sigue sorprendiendo que este par de tíos consigan juntar entre los dos las neuronas suficientes como para equipararse a la de un tarsero filipino onanista, satisfaciendo sus necesidades en la intimidad de su jaula (ahora ya os estoy imaginando, buscando en Google qué es un tarsero filipino).


En fin, vuelvo al tema... Me parecía una entrada interesante porque trataba de un personaje con el que mantengo una relación especial: Supermán (quien se empiece a hacer ideas extrañas de alguna índole fetichista, que se quite de la cabeza al tarsero filipino).

Supermán me trae por la calle de la amargura y esto es algo que saben mis allegados y los que me van conociendo. Puede que hable más de estas extrañas sensaciones que me transmite el Hombre de Acero en posteriores entradas... O puede que no, pues este tipo no es santo de mi devoción.

¡Y mira que me han recomendado comics de este boy-scout enfundado en sus mallas azules que ondea su capa roja al viento!!!... Pero sigo sin entender sus motivaciones y eso me hace imposible hacer las paces con un personaje del que ya me he leído bastantes historias y seguiré leyéndolas pues, como un buen amigo me dijo:

"Supermán no es fácil de leer"

Y como soy amante de los retos difíciles (masoquista, según se mire), seguiré leyendo las historias de este superhéroe.

Vayamos al lío, que me estoy yendo por las ramas. La entrada que escribieron este par de ineptos trataba sobre un cómic de la colección Elseworlds de DC, una especie de mundos paralelos donde poder experimentar con los personajes sin necesidad de romper la línea argumental que llevan en su propias colecciones.

En este caso se trataba de Supermán: Hijo Rojo, una interesante ucronía alabada por muchos (incluida la menda) en la que se profundiza en el personaje poniendo el supuesto de... ¿Qué pasaría sí la nave de Supermán se estrellara en la URSS comunista y no en una granja de Kansas?

Esta suposición permitió al guionista Mark Millar dar una vuelta de tuerca al personaje, haciéndome capaz de sentir algo por esta bomba de relojería con patas (y capa), y situando a Supermán como un gobernante dictatorial que maneja al ganado humano a su antojo.

¡Ahí sí me creí y empaticé con el personaje!!!

Peeerooo (porque todo tiene un pero) lo que más me asombró de todo fue...

¿Cómo pueden este par de tarseros filipinos hablar de Supermán: Hijo Rojo y no hablar de este otro cómic que es una jodida obra maestra?

Por supuesto, me refiero a Injustice: Gods Among Us (o Injustice: Dioses entre Nosotros, para los que no estén puestos en el tema del inglés).

Pues eso... Que me toca a mí de nuevo salvar el barco, mientras esos dos ineptos, al fondo de sus jaulas, se tocan sin muchos miramientos.

Injustice: God Among Us es una serie de comics situada en los Elseworlds, aunque esta vez no en la antigua Rusia soviética, sino en Metrópolis y en nuestra época actual.

Por el momento, en Estados Unidos ya han acabado el quinto año de esta colección y han empezado con Injustice: Zona de Impacto (Injustice: Ground Zero se publica actualmente en formato digital y después en papel). En España acaban de publicar en papel el final del tercer año (cada año se compone de doce números de 24 páginas, mas un número especial de 48 páginas) y en Internet podemos encontrar hasta el quinto año tradumaquetado (y parte de Ground Zero, o Punto de Impacto, como prefiráis) por toda esa gente que hace posible que los amantes del género podamos disfrutar de obras maestras que aún no han llegado a nuestro país (y que muchas veces ni lo harán).

En Injustice: God Among Us vemos a un Supermán sin estampados de otro país en su traje o envuelto en otras circunstancias que no sean las propias de su cómic original. Aquí tenemos al mismo Supermán de siempre al que solo hace falta encender una pequeña mecha (en este caso, no tan pequeña) y...

¡BOOOUUUMMM!!!

Todo se va a tomar por culo y esa imagen de (repelente) niño bueno e icono del perfeccionismo se tambalea y derrumba. Todas las enseñanzas morales de Jonathan y Martha Kent se precipitan al vacío, quedando sólo su mentalidad de ser superior, enfrentado a un planeta de malditos mortales.

Es muy curioso ver cómo una obra maestra de este calibre comenzó su andadura.

Todo empezó con el lanzamiento del videojuego del mismo nombre, donde se podía elegir entre varios de los héroes del Universo DC para zurrarse y pasar el rato (no nos engañemos, en el cómic pasa lo mismo, pero con un componente profundo muchísimo mayor, que es lo que realmente le hace interesante, pues ver el posicionamiento de cada personaje en un bando o en otro, otorga riqueza a un guión que, de no tener esto, sería una sucesión aburrida de mamporros a diestro y siniestro).

A los directivos de la compañía les pareció interesante fomentar las ventas del videojuego lanzando un cómic que explicara de una forma más detallada los motivos por los que los héroes de DC se daban de tortas entre sí. De esta forma, se empezaron a publicar las historias para entender un poco mejor los entresijos del juego.

No hablaré del genial guión de esta serie de comics (perpetrado por Tom Taylor en sus comienzos y continuado por Brian Buccellato), ni daré más datos porque, o bien ya los sabéis, o los tenéis a tiro piedra en cualquier búsqueda en Google.

Pero sí hablaré un poco del primer número de esta serie , que empieza con el cabronazo del Joker liándola como sólo él sabe, dejándonos una de las mejores frases dirigidas a Batman que se han podido leer en las páginas de un cómic (en realidad, esta frase la dice en el segundo número y os recomiendo que leáis todo el texto de la imagen que os pongo, porque no tiene desperdicio alguno):

"Todas las veces que nosotros dos jugamos, yo pierdo. Ya empezaba a aburrirme de perder siempre. Pensé que podía probar con el 'modo fácil' por una vez."

Por supuesto, como "modo fácil" se refiere a Supermán y es que el Joker, en una sola jugada, consigue cargarse al (repelente) amor de Supermán, Lois Lane, a su hijo no-nato y a toda la ciudad de Metrópolis.

"Todo se va a tomar por el culo, dejando al idílico personaje de Supermán superado por los acontecimientos."

Aquí sí es donde empiezo a ser capaz de entender a Supermán, que coge al toro por los cuernos y se toma la justicia por su mano... La consecuencia es que el Hombre de Acero mata al Joker y decide, de forma unitaria, intervenir directamente en los asuntos de los humanos. Por supuesto, esta postura desagrada por completo a Batman y entonces...

Ya tenemos el eterno enfrentamiento entre las dos personalidades más importantes del Universo DC que adoramos todos los lectores de cómics (y que vende muchos tebeos): Batman Versus Supermán (y ahí está para corroborarlo esa película tan mala, dirigida por Zack Snyder: "Batman V Supermán: El Amanecer de la Justicia").

El resto de superhéroes de DC se posicionan en un lado o en otro, con apariciones esporádicas de personajes que no se inmiscuyen en estos asuntos de forma personal, como por ejemplo, mi venerado Lobo... Por cierto, este par de  inútiles escribieron hace tiempo una entrada bastante buena sobre una de las mejores miniseries de los años noventa sobre "El HOMBRE" que tenéis que leer sí o sí, porque "Lobo, el Último Czarciano" lo merece.

He leído cosas buenas, orgásmicas y jodidas delicias, pero toparme con Injustice: God Among Us ha sido sin duda de lo mejor que me ha ocurrido en lo que va de año. Disfrutarlo es poco y eso que voy por el año dos, que aún me queda.

Pero Injustice es especial.

Me atrevería incluso a decir que aquí vemos más "humanos" a todos los superhéroes, independientemente de si tienen superpoderes o echan mano de la tecnología, la magia o lo que sea. Son más cercanos y entiendes las motivaciones de todos, sea para bien o mal. El mundo no es perfecto, la vida tampoco... Pero Batman sí (porque Batman mola y punto)... Y todo esto queda perfectamente reflejado en esta historia.

Por otra parte, resulta de agradecer el hecho de que en Injustice: God Among Us, existen muertes importantes de personajes... Y hay muertes que te joden (más que nada porque el personaje te caía muy bien y, de golpe y porrazo, pasa a la otra vida).

El cómic te emociona, te hace sentir rabia, pena y hasta alegría (resulta impagable la escena entre Harley Quinn y Lobo).

Y con respecto a Supermán, en esta historia sí soy capaz de sentir algo por él y esto no me pasaba desde que lo vi a través de los ojos de Wonder Woman, en su especial 75 aniversario. Vamos mejorando.

Seguiré leyendo los tres años que me quedan sabiendo que no me defraudarán (más que nada porque esos dos mamelucos onanistas me lo han dicho) y no exprimirán la gallina de los huevos de oro, alargando la historia hasta que carezca de sentido y metiendo paja en una trama que, en sus dos primeros años, va muy bien y que apunta de forma clara hacia un final.

¿Merece la pena leer Injustice: God Among Us?

¡No sé a qué demonios esperas para empezar a hacerlo!!!

PD.- Por cierto, esto es un tarsero filipino (si es que hasta ahora no os había picado la curiosidad)


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