ZOMBIVAL: Entrada 4

— Está muerto.— Sentenció Animal mientras empujaba lo que quedaba del hombre con la punta de bota, el cuerpo se encontraba en el suelo hecho un guiñapo. 

— Joder creo que me ha roto la nariz y me duele toda la cara. 

— Estas lleno de arañazos, cuando salgamos te miraremos.— le dijo Brujo.— cogeré tus cosas, Animal asegúrate de que no hay nadie más.

Animal empezó a remover la ropa tirada, las taquillas. Sentía como la ansiedad de hacía unos segundos se adueñaba de él ya que no había podido liberarla, ese cabrón casi acaba con la vida de su amigo, ¿Y él que había hecho? ¿Caerse como un payaso? ¡Puta mierda!, Brujo sí que había dado palo al agua, él no, él no, un momento, ¿que había hecho Taco?

— Taco, ¿tu que cojones hacías mientras casi nos matan?— le dijo mientras cminaba hacia él.

— Os cubría desde aquí, vigilaba la puerta.— Le respondió.

Mientras, Brujo ayudaba a Chinche a levantarse...

— No te preocupes, fuera te mirarán y posiblemente pases unos días en observación, pero se pasará rápido, ya verás.— Le animó.

Animal pasó como un tren mercancías a punto de descarrilar por su lado. En ese momento solo tenía una cosa en la cabeza, la adrenalina no le dejaba pensar.

— Las puertas, las putas puertas de mierda.— Gritaba Animal.— Casi nos matan y tú piensas en las putas puertas de mierda.

Se plantó delante de la puerta, agarró a Taco por el correaje y lo apartó a un lado mientras este último se deshacía en excusas farfullando.

— Te voy a enseñar cómo se abre una puerta, enano de los cojones.— Animal lanzó su corpachón hacia delante.— ¡A la mierda!

La puerta cayó plana al suelo en la otra habitación, los dos se quedaron hombro con hombro apuntando sus pistolas hacia el interior en un acto reflejo, mudos.

Dos fanales de gas estaban encendidos iluminando la estancia, varias latas de atún abiertas descansaban en la mesa único mueble en la habitación . Allí en medio plantada, había una joven pelirroja con una bata azul y una mascarilla, empapada en sangre... mirándoles.

— ¡Las manos en la mesa!— Chilló Taco.— ¡En la mesa! Ande pueda verlas.

La chica seguía mirándolos quieta, con los ojos azules bien abiertos.

— ¡En la mesa, ahora!— gritó Animal a punto de perder los nervios. Levantó la mano con la que empuñaba la pistola y dió un paso hacia adelante.— ¡O te juro por dios que te muelo a palos como el fiambre que hay fuera, coño!

La chica levanto un brazo para protegerse y dio un paso atrás. Un gemido aterrado traspasó la mascarilla.

— ¡No, por favor!-Sollozó .— ¿Entonces está muerto?

Sus ojos estaban humedecidos y las lágrimas se derramaron. Animal bajó la pistola incomodo y la guardó en la funda. Miró avergonzado a Taco, que no había perdido a la chica de vista e intentó decir algo.

— ¡Pedazo de bruto! Acompaña a Chinche hasta la puerta de entrada y espéranos allí.— Le gritó su jefe mientras entraba en la habitación.

— ¿Está usted sola señorita?

— Si .— Gimió.

Brujo sacó una foto del porta equipo y se la señaló.

— ¿Ha visto usted a este hombre? ¿Lo conoce?

— Es uno de mis vecinos. Vino con un amigo y parece que se puso violento, mi novio salió al jardín a calmarlos. Hubo muchos gritos. ¿Seguro que está muerto?

— ¿Quién?

— Mi novio, estaba fuera, tuve que encerrarme aquí.

— ¿Señorita podría hablarme del hombre de la foto? ¿Cree usted que sigue aquí?

— Le vi irse en su coche cuando empezó el incendio, ¿Entonces está muerto?— Dijo ella agarrándose fuertemente sus codos como si de pronto le hubiera entrado frío.

Chinche descansaba sentado en el suelo, le ardía la cara, Animal le ofrecio unas toallitas humedas para que se limpiara. Empezó a pasárselas por la cara, cada vez le ardía más.

— Joooooder, como tienes la nariz, van a tener que ponerte puntos, — Animal se agachó para verlo mas de cerca.— Aquí en la mejilla van unos cuantos más, no te toques, tienes un desgarrón... Verás cómo te van a dejar guapo de verdad cuando te hayan arreglado. Aunque no sé si eso tendrá algún mérito, teniendo en cuenta que siempre has sido feo de cojones.

Se sonrió esperando que Chinche se animara un poco.

— A ver el jefe acaba ya y nos largamos de una vez.

Brujo, Taco parecía que habían dado por concluido el breve interrogatorio con la chica y se acercaron a ellos.

— Vámonos, hemos acabado aquí. Caray como tienes la cara, esto tienen que mirártelo en el hospital- Exclamó Brujo mientras ayudaba a levantar a Chinche agarrándolo por el sobaco- Animal ayúdame a llevarlo, Taco a la cola con la señorita

Salieron del garaje. La calle estaba a oscuras, se adivinaba en algunos sitios a algún peatón despistado. En la entrada de la urbanización se habían instalado unos potentes reflectores y alrededor de ellos un montón de vehículos. Caminaron a paso rápido hasta llegar a los arcos de luz de los reflectores. Brujo dejó a Chinche en manos de Animal y se giró hacia la chica.

— No se preocupe por nada, le aseguro que lo que viene ahora es por su bien, procure estar tranquila.— Le dijo con tono que intentaba neutro, pero su voz estaba temblando.— ¡Descontaminación!

Avanzaron unos metros, cuando unas figuras embotadas en trajes de plástico blanco salieron de los arcos de luz y les rodearon, Chinche fue puesto en una camilla y a los pocos minutos estaba siendo atendido en una tienda de color amarillo.

Los demás fueron trasladados a una tienda semiesférica que contenía unas duchas y era alimentada por un camión cisterna aparcado al lado. Dejaron fuera los incómodos trajes aislantes, los correajes y la ropa interior. Una vez dentro les rociaron con mangueras a presión, como si fuera un auto lavado. Se quedaron quietos bajo los chorros de agua dando vueltas sobre sí mismos mientras les frotaban con unos cepillos y les rociaban con productos químicos.

— Caray, lo que daría por que el agua estuviera al menos templadita.

— Tranqui, lo que no te mata te hace más fuerte.

— Muy bien machote, mientras tanto tu pajarillo está encogiendo que da pena verlo.

— Es que le dan miedo los cepillos.

— Flojo.

— Nena.

Una voz cascada sonó desde fuera.

— ¡Brujo! , vístete y sal fuera que tengo que hablar contigo.

Se miraron entre ellos. Gerónimo había llegado, con suerte podían ahorrarse el papeleo por esa noche y descansar.

Caminaban los dos por el lado de un URO VAMTAC que estaba aparcado fuera de la tienda mientras el conductor los miraba por uno de los espejos.

— ¿Entonces no estaba dentro?

— Se fueron mi general, parece ser que hace más de una hora.— respondió Brujo

— ¿Alguna idea de donde pudo ir? ¿Qué es lo que pretende?

— Lo único que le puedo decir seguro es que el hombre que se escapó con él del hospital de Valencia ha muerto en el incendio, tenemos un testigo de eso.— Se atrevió a asegurar el Brujo.— Además he tenido que golpear a un tipo en el garaje.

— ¿Por qué no lo habéis traído, quizás nos pueda decir algo más?

— He tenido que golpearle “muy” fuerte.— Brujo puso especial énfasis en la palabra muy y eso bastó. El General le miraba como el que tiene ganas de escuchar, pero necesitaba ahorrarse los preliminares.— Hemos traído a una mujer con nosotros.

Le empezó a contar todo le había dicho la chica hacia unos minutos en el refugio...

"El militar llegó a primera hora de la mañana con un amigo, reunió a varios vecinos en el patio y convenció a Casimiro, para hacer una reunión en su casa al momento"

"Les dijo a los demás que muy pronto la pandemia de la que hablaban en las noticias llegaría a España, que la cuarentena en Valencia se había desbordado y que lo mejor era que se fueran todos de allí, que estarían más seguros. En ese momento el tipo que venía con él y que hacía rato que se le veía raro, empezó a vomitar sangre. Cundió el pánico, ella ayudó a la mujer del militar a sacar a los niños de allí y llevarlos al garaje junto con otros vecinos, el militar también entró con su amigo, hubo pelea en los sótanos y muchos gritos. La chica se coló en el cuartucho, los demás escaparon por otra puerta de los garajes”

— ¿Porque no se fue la chica por esa salida también?—interrumpió el general

— Dijo que como su novio todavía estaba fuera y seguro llamaría al ciento doce, pensó que estaría más segura encerrándose allí.— Respondió Brujo encogiéndose de hombros

— Bien jodidos...— Murmuró el general

— Con su permiso, si no ordena nada....

Un vehículo ligero “Aníbal” con megafonía pasó por la calle de al lado .

“¡Orden de evacuación, todo el personal civil tiene que abandonar sus casas! ¡Es una medida preventiva! ¡Diríjanse a los autobuses de protección civil!”

— Bien jodidos...— Repitió mientras veía como el “Aníbal” se alejaba y por la calle subían 2 autobuses.

— Le decía mi general que le entregaré un informe por escrito mañana y si no ordena nada... quizás lleguemos a tiempo de comer algo en el cuartel, apenas son las diez y media de la noche, los chi....

— ¡Nada de todo eso!— Interrumpió el general mirándole a la cara por primera vez en los últimos cinco minutos.

Brujo se quedó con la palabra en la boca.

— Coge a tus hombres, os subís al coche y os tomáis un bocadillo en cualquier bar de por aquí. Quiero que estés en contacto por radio, en veinte minutos mejor que en treinta. El día no se ha acabado, la chica y Chinche van a ser trasladados al hospital general de Alicante.— Abrió la puerta del URO y subió al asiento del copiloto.

— Mi general .— Para Brujo ya era demasiado, una cosa era buscar a un militar fugado de una cuarentena, otra muy distinta matar a alguien a porrazos, evacuar una urbanización y sacar a la gente casi a rastras de sus casas. Eso era demasiado- permítame decirle que...

— Brujo... procura que el bar tenga televisión.— Le cortó el general mientras cerraba la puerta del vehículo de un portazo.— El Presidente saldrá en todas las cadenas- le dijo a través de la ventanilla abierta.— Se ha decretado el estado de excepción. Conductor, arranca.

Brujo se quedó mirando como el coche se alejaba en dirección a Alicante, absorto.

Taco, que había permanecido en la penumbra fuera del haz de los focos, se acercó a él.

— Mira esto jefe.— Mientras sostenía en la mano un porta libretas de cuartilla con cierres de velcro.— Lee el nombre bordado en la funda.

-Esto es del tío que se nos ha escapado, ¿De dónde lo sacaste?.— Le preguntó tremendamente interesado.

— Estaba en el suelo del garaje, donde estaba el muerto.

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